La falta de inglés lastra la
competitividad de las empresas españolas
El escaso nivel de
idiomas de los trabajadores influye en la percepción de inversores extranjeros
El País
Las carencias lingüísticas de los empresarios
españoles tienen un precio. El índice
internacional de inglés de negocios (BEI), elaborado por Global
English Corporation en 2013, atribuye a los españoles una nota media muy baja
(4,43 en una escala de un mínimo de cero a diez), por detrás de países como
Bielorrusia, Bulgaria o Rumanía y muy lejos de Filipinas, Noruega y Países
Bajos, que encabezan el listado. Aunque no existan estudios específicos capaces
de traducirlo en cifras, estas lagunas tienen un impacto en la competitividad
de las empresas y no pasan desapercibidas frente a los inversores extranjeros.
"El nivel de los empresarios españoles no es en
absoluto adecuado para competir en el mercado global", destaca María Luisa
Blázquez, investigadora asociada de la Escuela de negocios IESE. El último Barómetro del Clima de
Negocios en España desde la perspectiva del inversor extranjero, publicado por
su instituto en 2012, pone de relieve que se valora muy bien el capital humano
de este país. En todo, menos en los idiomas. “Todos los años siempre mal,
aunque se registre una ligera mejora –de una nota de 2,2 sobre cinco en 2011 a
un 2,3 del año siguiente-“, explica la investigadora, “pero estamos lejos de
donde deberíamos estar”.
Para Blázquez es un problema
estructural. "El dominio de idiomas es el segundo aspecto en importancia
para los inversores extranjeros y, sin embargo, la puntuación obtenida es baja,
por lo que constituye el principal ámbito de actuación”, añade. La solución,
según ella, tiene que ser a medio y largo plazo y tiene que empezar desde
abajo, desde una reforma del
sistema educativo.
El panorama que emerge del informe anual sobre competitividad del Instituto para el Desarrollo
de 2013, elaborado por la Escuela de Negocios de Lausana, en Suiza, tampoco es
muy alentador. Los datos confirman el bajo nivel de inglés de los empresarios
españoles.
“A medio y largo plazo eso se traduce en pérdida de
competitividad", asegura la investigadora de IESE. "No solo se
pierden inversores extranjeros, sino que las empresas españolas o las
multinacionales implantadas en este país tienen que buscar fuera personal que
hable inglés”.
Felix Valdivieso, director de comunicación de IE Business
School, recurre a un refrán italiano para ilustrar su opinión sobre
la importancia de conocer el inglés en el ámbito empresarial. "Tutto il
mondo é paese, todo el mundo es un pueblo. Y a la gente del pueblo o le
hablas en su código o no te admiten", afirma.
Para Valdivieso es un problema
cultural, que va más allá del inglés. "El tejido empresarial
español no piensa en grande. El hecho de no hablar idiomas extranjeros
constituye un obstáculo muy grande".
Problema global
Los españoles no están solos. El índice internacional
de inglés de negocios del Global English Corporation revela que cuatro de cada
diez trabajadores de los 76 países que participaron en la encuesta tienen un
nivel básico de inglés. Más de la mitad (60%) de los 108.000 entrevistados
obtuvieron una puntuación de entre cuatro y siete, es decir que entienden y
pueden participar en conversaciones de negocio, pero no cuentan con las
habilidades necesarias para jugar un papel central en negociaciones o presentar
complejas estrategias de empresas.
Los sectores
que cuentan con un nivel medio más elevado de inglés son el aeroespacial, la
defensa, los servicios profesionales y financieros. Solo un 13% de los
estudiantes de países en desarrollo están listos para incorporarse en el
mercado global, según la encuesta, sobre todo por no contar con un nivel
suficiente de inglés.
Saber solo inglés cuesta caro
La confianza de los británicos en que todos los demás
hablen su idioma cuesta cada año unos 57.755 millones de euros, es decir un
3,5% del producto interior bruto del Reino Unido, según un estudio del profesor
James Foreman-Peck de la Escuela de Negocios de Cardiff, en Gales.
Los pequeños y medianos exportadores son los que
sufren más las consecuencias de esta falta al no poder incorporar expertos
lingüísticos, como las grandes empresas. No saber inglés desalienta también a
las empresas que no se dedican a la exportación a la hora de hacer negocios
internacionales, según el estudio.
Una encuesta
de la Cámara de Comercio Británica respalda las teorías de Foreman-Peck. La
lengua constituye un obstáculo para lanzarse a oportunidades internacionales
para el 62% de las compañías que no se dedican a la exportación, según los
datos publicados el año pasado. Un 70% de los exportadores reveló, además, no
conocer el idioma de los países en los que operan.